El Blog Chisparrero

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Castellar de la Frontera

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La historia de Castellar de la Frontera

Castellar tiene su origen, igual que Jimena, en la frontera castellano-nazarí levantada por los nazaríes granadinos a partir del siglo XIII, cuyo extremo sudoccidental la constituían los Castillos de Jimena, Castellar y Tarifa. Fue conquistada por los castellanos en 1434. Juan II concedió a Juan de Saavedra la alcaldía de Castellar y, en 1445, su señorío. Iniciaba así este pueblo campo gibraltareño una etapa histórica anormalmente dilatada de señorío y latifundio que se prolongó hasta la segunda mitad del siglo XX.

Carlos V concedió a otro Juan de Saavedra en 1539 el título de Conde de Castellar, Título que pasó a la casa de Santisteban en 1659 por casamiento de Teresa María Arias de Saavedra con Beltrán de la Cueva y por no haber varones en el tronco de los Saavedra. Posteriormente se unió el título a los de Medinaceli, hasta que por pleito promovido por los Mocosos a principios del siglo XIX obtuvieron el título de Condes de Castellar y la posesión de la villa. El Duque de Medinaceli entabló demanda de propiedad, pasando de nuevo el -Estado-” (sic) de Castellar y el título de Conde del mismo nombre a la Casa Ducal de Medinaceli. Este título y la propiedad de lo que siguió llamándose -Estado- de Castellar, de unas 17.000 hectáreas de superficie, continuaron en poder de la casa de Medinaceli hasta los años setenta del siglo pasado.

Durante este larguísimo período, los vecinos de la villa dependían, de una u otra forma, del trabajo temporal proporcionado por los administradores del Duque y los contratistas que monopolizaban la explotación de los recursos forestales. Castellar era una finca de recreo, donde eran frecuentes las cacerías del zorro en la que participaban los jinetes del Calpe Hunt, sociedad gibraltareña fundada en 1813 que fue presidida durante cuarenta años por Pablo Larios y de la que era miembro destacado el Duque de Medinaceli.

La población de Castellar vivía hasta la segunda mitad del siglo XX, en su inmensa mayoría, en las estrechas callejuelas todavía existentes dentro de los muros del castillo, que conservó su plan urbanístico inamovible durante siglos. Esta población era en el histórico año de 1960 de 2.491 habitantes de los unos 2.000 vivían dentro del castillo y el resto en algunas viviendas (la mayoría chozas ) extramuros del castillo al lado de las murallas, algunas familias en el incipiente núcleo de la Almoraima y otras diseminadas por el campo.

En 1968, en el marco del Plan de Desarrollo del Campo de Gibraltar, el Instituto Nacional de Colonización expropió 700 hectáreas a la empresa Almoraima ,S.A. Con el fin de crear un poblado de colonización en las cercanías de la estación de ferrocarril de La Almoraima y entregar las tierras, previamente parceladas, a los colonos que las solicitasen. En 1971 se termina la nueva población y el año siguiente se trasladó el vecindario de la villa-fortaleza a los nuevos hogares en el valle, a unos ocho kilómetros del castillo. En 1960 se iniciaron las obras del pantano construido en el río Guadarranque al pie del castillo, que pondría en riego las nuevas tierras de colonización. Terminaba así una etapa histórica tardomedieval que increíble y anacrónicamente se prolongó hasta la segunda mitad del siglo XX.

La vinculación del ex-presidente del gobierno Felipe González con Castellar tiene su origen en la Escritura de Concordia suscrita en el siglo XVI por Fernando Saavedra con sus vasallos para el aprovechamiento de pastos, bellota y siembra en la Dehesa de la Boyal, de unas 2.300 hectáreas. Esta dehesa, después de pasar por numerosas vicisitudes, originó un conflicto en los años setenta al haber comprado RUMASA la totalidad de la finca La Almoraima y no respetar esta empresa el compromiso histórico de la Boyal, lo que originó un conflicto en el vecindario, que finalmente pidió la intermediación personal del entonces presidente del gobierno Felipe González. Resuelto el conflicto, el ayuntamiento lo nombró hijo adoptivo y le facilitó la adquisición de una casa en el castillo, a la que acude de vez en cuando a pasar unos días de descanso.

RUMASA compró la finca La Almoraima a la casa Ducal de Medinaceli en los años setenta y posteriormente le fue expropiada por el Estado, juntamente con las restantes propiedades de Ruiz Mateos. Hoy sigue en manos del Estado y no está siendo un ejemplo de explotación racional. Fue el de Castellar uno de los últimos ( o quizá el último ) poblado construido por el instituto Nacional de Colonización, organismo creado después de la guerra civil como instrumento propagandístico de cara a los campesinos defraudados por la frustrada reforma agraria iniciada durante la Segunda República por el entonces denominado Instituto de Reforma Agraria. Es curioso que también uno de los primeros poblados de colonización se construyó en los años cuarenta en el Campo de Gibraltar; se trata de thaivilla y también se hizo en tierras expropiadas al Duque de Lerma, Fernando Fernández de Córdoba, perteneciente al mismo linaje de los Medinaceli. De alguna forma podemos decir que la política de colonización agrícola franquista se inicio y se terminó en la comarca campo gibraltareña.

La villa-fortaleza de Castellar de la Frontera está situada sobre un promontorio rocoso, a 248 metros sobre el nivel del mar. Su localización en un lugar alto y seguro, ha permitido a distintos pobladores la vigilancia y custodia de sus dominios a lo largo del tiempo. Varios son los pueblos que se asentaron sobre este lugar, entre ellos los iberos, romanos, visigodos y musulmanes. Son estos últimos los que nos dejaron notoriosos ejemplos de fortificación defensiva que construían como consecuencia de las invasiones y luchas contra los cristianos.

Construida sobre un antiguo asentamiento romano, los orígenes de la fortaleza datan del siglo X. No obstante fue en los siglos XIII-XIV cuando se construyó el reducto defensivo tal y como lo conocemos hoy. Desde esta fecha algunos elementos arquitectónicos han sufrido transformaciones e incluso se han introducido otros nuevos en la época cristiana. Castellar dejo de ser musulmana cuando Don Juan Arias de Saavedra la incorporo a la dinastía cristiana en el año 1434. 

Antes de acceder al interior de la villa hay que pasar por dos torres albarranas; estas torres servían de defensa de la entrada principal que, junto con las barbacanas o doble muro, formaban un bloque defensivo inexpugnable. En los muros y barricadas se abren unos huecos, saeteros, que servían para combatir al enemigo.

El conjunto arquitectónico está rodeado por una muralla que varía de altura debido a la irregularidad del terreno. En esta muralla se localizan nueve torres de flanqueo cuya misión era defender los ángulos muertos que a su vez también estaba defendida por una barricada, doble muro situado delante del principal para impedir el asalto de los atacantes. Una vez dentro de los muros, nos introducimos en uno de los escasos ejemplos de núcleo habitado dentro de las murallas de un castillo; el antiguo pueblo de Castellar de la Frontera.

El acceso a la villa se hace mediante una puerta en el muro principal. Esta, a su vez estaba también defendida mediante una buhedera, orificio abierto justo en la parte superior desde donde se arrojaba al atacante aceite o agua hirviendo. Sobre la puerta de entrada a la villa se encuentra el Alcázar. Este es el lugar que los señores de Castellar adquirieron como residencia para vivir; es un edificio de forma alargada donde se localizan dos torres: la de Homenaje y otra de construcción reciente. El Alcázar es el edificio que ha sufrido las mayores transformaciones e incorporaciones de nuevos elementos, aunque algunas de sus partes son originales.

Hoy en día, esta villa-fortaleza es un gran atractivo de interés para visitantes y turistas que desean compaginar la cultura con la naturaleza. Su excelente estado de conservación hace que podamos ver y comprender como eran estos reductos defensivos en la edad media

El pueblo nuevo de Castellar está situado a 8 Km. del antiguo, en la parte baja, junto a la carretera de Ronda. Construido a finales de los 60 debido a un plan de colonización llevado a cabo por Iryda, sus habitantes son mayoritariamente familias que vivían en el pueblo antiguo y que vieron en éste mejores condiciones de vida, lo que produjo un traslado masivo en el año 1971. A diferencia de la villa localizada dentro de las murallas del castillo, Castellar (el nuevo) es un pueblo totalmente moderno, con amplias calles y plazas. El esmero de los vecinos en cuidar y conservar sus zonas ajardinadas hace que cuente con amplias y bellas zonas verdes admiradas por todos los visitantes.

Castellar tiene una buena situación estratégica dentro del Campo de Gibraltar ya que se encuentra muy próxima a grandes e importantes núcleos de población como Algeciras (21km), La Línea (21km), Estepona (30km), San Roque (15km) o Sotogrande (13km) Muy cerca se encuentra la barriada de la Almoraima.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Se le ota la mala baba al "historiador" apocrifo de la reseña.

Debe de ser un desertor del ardo, ¿No?

fede dijo...

Vivían como piojos los dos mil mujeres+hombres+niños+mulos+caballos...

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